Extrarradiografías

      
Sólo conozco el mundo cuando escribo.       
Joseph Roth       

Subidas y bajadas del gallego

16 de marzo de 2010

La vida me aterrizó ayer en La Coruña. Entre la vorágine del día, encontré aquel tiempo muerto fundamental para pasear y pasar por la tarde sin palabras. Así que, por el casco viejo, me distraje con los maravillosos escaparates que exhiben paletas tiernas de ternera junto a tentáculos, mariscos afilados y la deliciosa humedad de la mar en una concha. Sinestésico estoy, pero ya los años descubren el goce mirón de comer sin probar bocado. Texturas de materia matada, el sabor intuido de las tetillas y el denso y acre exhumar de la piel choriza. Como viajero que huye, enfilé calleja hasta la plaza de María Pita. El pretexto de la sed y el orín me metieron en tasca. Y como si internet nunca hubiera existido, agucé tímpanos mientras desplegaba sobre el mármol la prensa local, que es lo que hacían, cuando se escribían crónicas, los cronistas justo después de llegar a destino.

En El Correo Gallego encontré una pieza que insistía en el sentido peyorativo de Rosa Díez: “A utilización do xentilicio galego como un alcume pexorativo (…) constitúe un tópico non aceptable polo que contén de prexuízo xenófobo”. Por un instante, pensé que al término de la cita me encontraría con un “denuncia Suso de Toro”, pero la perorata se debía a una declaración del Parlamento gallego. Una declaración que, a su vez, se complementaba con nuevas declas de la diputada Díez. Sigo con El correo entre manos: “La polémica suscitada por sus palabras no le impide, según señaló ayer Rosa Díez, encontrarse ‘también’ en Galicia como en casa, una tranquilidad que achacó a ‘la ventaja de los no nacionalistas’, que ‘en cualquier parte de España están en casa”‘. ¡Bendito no nacionalismo el de UpyD, que por ser España la que pisan se encuentran como en casa!

Buscando la complicidad del tabernero, me topé con un levantamiento de hombros y el exabrupto hacia la política y sus papeles. Ya en la calle, dos coruñenses discutían: “¡O estás a un laaaaado o estás en el oooootro, pero no puedes estar en meeeeedio!”. Creí que por una vez las inquietudes a pie de obra coincidían con las trifulcas de los políticos y sus media. Estuve a un paso de alegrarme y declararme cenizo. Hasta que me di cuenta de que discutían por un coche mal aparcado.

El vuelo de regreso, bien, gracias.

Factual

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