La escopeta nacional (again)

Vi especialmente aguerrida a la directora de TV3, Mònica Terribas, en la entrevista de ayer al presidente de la Generalitat, José Montilla. Dirán algunos convencidos que los incisivos y afiladísimos tacones dialécticos de la periodista serían impensables en TeleMadrid. No sé, no veo TeleMadrid.

En cualquier caso, quedó demostrado cierto desgaste y hartura, que dijo Maragall (Ernest) antes de la rectificación impelida. No sólo porque Montilla no dominó el pulso de la entrevista en ningún momento, sino también por la urgencia de desmarcarse de sus socios ahora que las elecciones se presentan en lontananza. Parece que, pese a Millet y el ladrillazo del extrarradio, los convergentes andan estos días cavilando cábalas de sillones y prebendas.

Así pues, como en la siempre citada Escopeta nacional de Berlanga, los debe de haber que ya preparan cacerías para gustar al poder emergente y deslizar el qué-hay-de-lo-mío. Debo reconocer que, sin llegar a los extremos de Ramonedaen El País, me apena la vuelta a la botigueta de siempre, donde las mamás de allende la Diagonal prohibían a sus hijos jugar con el charnego y los papás ponen el rótulos de coto privado (ya sea en catalán o en castellano). Bien es cierto que el socialismo apoltronado ha demostrado su condición de trepa y le ha faltado tiempo para dejar el bloque de hormigón, compañero, por el chalé ajardinado. Por no hablar de la matrícula de los niños en el colegio teutón.

Sea como fuera, la casa gran del catalanismo se queda en chabola, teniendo en cuenta que el nacionalismo radical va por unos derroteros que a los convergentes sólo les gusta transitar cuando andan de tertulias televisadas. Todo hace pensar que, en el caso de victoria de los chicos de Mas, se impondrá “el peix al cove” de antaño y las genuflexiones por recios pasillos ministeriales.

El català emprenyat, pues, volverá a sonreír complaciente y complacido en las fotos a la entrada de Moncloa. Y sólo cuando se vea desarmado a las puertas del puente aéreo con un ristra de perdices perdigonadas que debe pagar soltará, una vez y más, el quejido escatológico.

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