Extrarradiografías

      
Sólo conozco el mundo cuando escribo.       
Joseph Roth       

Cherchez la femme I

6 de septiembre de 2008

Al igual que hay ciudades que son puro abigarramiento de cemento y musculatura de acero, existen las pimpantes urbes de ubres de loba. Las ciudades fémina. Las ciudades mujer. Barcelona es un caso claro de ciudad mujer. Así, por ejemplo, nos lo han dicho poetas, viajantes y cronistas urbanos con o sin banda sonora desde los inicios remotos de su fundación, y así insisten en el maquillaje noctívago la publicidad y el marketing de pijerío visionario.

Vaya una sábana sabatina para ilustrar la cosa del sexo sin cópula, of course, pues los cantos ciudadanos casi siempre optan por el casticismo de Jocs Florals. Ya en los primeros siglos de la era cristiana, y siempre según Barcelona i la seva història de Duran i Sanpere, Ausonio en la epístola a Paulino escribe:

Barcino, construida sobre el mar fecundo en ostras

La interrelación de la tierra con un elemento natural tan femenino como la mar, sobre todo de una mar pérfida de apariencia plácida e inofensiva, ha determinado la sensualidad barcelonesa a lo largo de su historia. Su sexo queda más que evidenciado en la fecundidad de sus aguas y en un molusco tan metafóricamente femenino y apetitoso como la ostra.

En todo caso, los grandes cantos ciudadanos se producen a partir del siglo XIX. Herencia romántica del panegírico a la patria son asimismo el comienzo titubeante de una producción literaria que sitúa al escritor en las entrañas alquitranadas de la ciudad moderna. La más laureada “Oda a Barcelona” se debe a Jacint Verdaguer, mossèn Cinto para los amigos, el marquès, su esposa y el popolo populoso.

“-Nó, respondrá ma pátria –de mi y la mar es filla;
d’un bes de seso nades, com Venus, m’ha nascut;
persò totes les aygues diguéren li pubilla,
persò totes les terres págare nli tribut
.”

Todavía andante con barretina y espardenyes por las calles de la ciudad, mossèn Cinto describe una metrópolis moteada de mitos clásicos y erigida, eso sí, en centro irreductible de un proyecto nacional sin murallas sofocantes. La “pubilla” a la que las demás provincias pagan tributo no responderá casi nunca a los anhelos segregacionistas de los animistas del pueblo. En pleno siglo veintiuno y cambalache, el president Pujol S.L. aún se queja de esa casquivana que se deja manosear por los Pijoaparte y los amantes bilingües. Algo en común tienen los, por otra parte, antagonistas Pujol y el escritor Josep Pla. Los dos hubieran preferido un país cohesionado por la capitalidad pura y árida de Vic. Barcelona es, para ellos, una mujer intextricable. Una charnega de no te menees.

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