“Nuevo periodismo fue el término que eventualmente cuajó. No era un “movimiento”. No había manifiestos, clubes, salones, claques; ni siquiera un salón donde los fieles se reuniesen, dado que no había tampoco ni fe ni credo. En aquella época, a mediados de los años sesenta, uno sólo era consciente de que de repente había aparecido una especie de excitación artística en el periodismo, y que aquello era algo nuevo en sí mismo”. Así definió Tom Wolfe una innovadora manera de narrar que se impuso entre la muchachada inquieta y airada de los sesenta del pasado siglo (+ Jot Down)