Impedimentos técnicos retrasan estas líneas, demostrando la fragilidad de la nueva era digitalizada cuando convive con robustas tuberías de gas y cableados eléctricos. Ayer fue una tarde de velitas y todavía estoy incapacitado para escribir columnas en Blackberry. Pero yo ya tenía la pieza escrita en una andada por el barrio, que es la única manera que conozco de escribir para luego teclear sin pensar ni el cambio de párrafo. La columna de ayer, que llega hoy, tiene que ver con Hitler. Hace unas semanas les hablé de un libro que descubre la biblioteca de Hitler y que recientemente se ha publicado en prosa castellana: Los libros del Gran Dictador (Destino, 2010). Pues, bien, un blog que no enlazaré destripa el libro con argumentos encendidos y vocinglera desfachatez. No me parecería mal si el blog en cuestión no se presentara como “un estudio de la figura de Hitler. No pretende su ensalzamiento ni es un blog propagandístico. Se publicarán noticias, frases de Hitler, estudios, fotografías y vídeos sobre su figura”, porque, en puridad, es una defensa a ultranza de la figura del dictador. Con sibilinas maneras de totalitario, el autor del tugurio alienta una ristra de comentarios –impresionante el número de lunáticos existentes sobre la faz de la tierra que se esconden en el anónimo subsuelo- que vierten los tópicos de ayer, hoy y mañana sobre socialdemócratas, judíos, católicos y demás ralea, que diría el otro. Para muestra, la demostración a manera de un cuestionario que corre por la red y que celebran los puros arios. En él se presenta a tres líderes mundiales. Uno es corrupto, consulta astrólogos, tuvo amantes, fue acusado de maltratar a una de ellas, le da al pisto con regularidad. El segundo es alcohólico, es agresivo y obeso, lo despidieron dos veces del trabajo. El tercero, por su parte, es abstemio, vegetariano, no fuma, ama a los animales, es reservado, respeta a su mujer y no se le conocen amantes. Evidentemente, el primero es Franklin D. Roosevelt, el segundo Winston Churchill y el tercero Adolf Hitler. La moralina de este cuestionario no es otra que “piensa antes de juzgar a alguien”. Más allá de que yo no me fíe de los abstemios (si no lo son por prescripción médica), sospeche de los vegetarianos y me produzcan un cierto desasosiego las personas que aman con humanidad a los animales, este ejemplo refleja el particular método de “estudiar la figura de Hitler” que tiene este blog. Luego está lo de siempre: la belicosidad aliada, la decadencia de las democracias occidentales, la supuesta bajada de pantalones frente a los comunistas, el paro, el despilfarro y la corrupción. En fin, lo de siempre: ¡la Guerra Civil empezó en el 34!