Como siempre, la profesionalidad disfrazada de desidia ha hecho públicos los datos descorazonadores sobre la imposibilidad de trabajar en España. Ya no sólo escribir es llorar o morir. Descubierto queda el optimismo antropológico ante unas cifras que ni los más extravagantes podrán rebatir sin rubor, pues a menos de un año de rabillo de ojo aún decían que la crisis era pura crispación de papeles y sindicato. En fin. Ahora está demostrado que si hay pespunte va para largo, teniendo en cuenta que entre los más jóvenes el desempleo alcanza cotas que mueven a hacérselo de botellón y nihilismo punk. Pues, pese a los achaques y la boina, pienso que más allá del reclamo publicitario del NiNi (como antes fueron los airados, hippies, generación X, iconoplastas, postplastas, etc…), existe el envés de un tropel de veinteañeros con una formación solidísima, currantes y con un sinfín de proyectos. Por ello, pues, indigna más si cabe la incompetencia de los que mandan (en su acepción psoe en este caso) y su mar de diques al talento. Pero, como me lo hago de equidistante y me la cojo con papel de fumar, no quisiera yo emprender la recta final de la columna sin mirar a la acera de enfrente. Y si hablábamos de la incompetencia de los políticos, justo es referirse a la campaña emprendida en Badalona (bonita ella, y sito por extranjeros romanos, que no rumanos) por los chicos del PP. A tanto alcanza la necesidad de votos sueltos de los populares en Cataluña que esta vez (y ya van siete veces siete) el populismo se cebó de nuevo con los inmigrantes. La estrategia sirve en algunos barrios de Badalona, pero diría que en Génova (calle) desconocen la realidad social del área metropolitana de Barcelona (y así les va). En cualquier caso, la dirección del PP catalán se ha visto obligada a pedir disculpas por tan malhadada campaña. Más que triste, desolador, que ante la que está cayendo, a parte de la oposición sólo se le ocurra escupir por el colmillo un “gitano, vuelve a tu casa”. Liberales ellos, oh yeah.