-Alambre de espinos cosido a la garganta, frío de brasas, esputos de pus, cautivo y desarmado,
una rosa pudriéndose en el mármol, el llanto que se esconde tras el rostro de la depresión impasible, delirio, miedo al blanco mudo de las paredes, al tenue sonido glacial del frigorífico, al túnel sin fin de los pasillos, a la caída libre del infierno.
-Amoxicilina cada ocho horas.