¿Quién dijo triste? Lisboa es una ciudad cachondísima. Así en apotegma. No entiendo cómo el querido Hollywood ha desdeñado casi siempre este hacinamiento de cartón-piedra divertido. Pura barahúnda de papel pintado en color chillón. Enumero, subiendo cuestas de Chiado en el asmático tranvía, París y sus misas enamoradas, Viena, Venecia con sus mujeres que apuñalan el corazón, Roma irredenta, Londres de sangre, Barcelona de ojos verdes, incluso Oviedo (¡Oviedo!), pero poco o nada Lisboa en cine. Y ahí el panel de una agencia de seguros bautizada “Tranquilidad”. Un cachondeo. Si no de qué el joven conductor de tranvías escribe este mensaje de amor en el móvil mientras empinamos, suicidas, curvas hacia el castillo de San Jorge (un muñeco con bigote, desarmado y sin dragón, portugués). Lisboa hoy es una ciudad con acento andalú(z). El turismo en semana santa, sin carne y taciturno. Lisboa de putas melladas, negritud colonial, plaza imperial en obras y coquetería de sucia desidia melancólica. Lisboa es Pessoa resoplando prisas desquiciadas en calcetines blancos.
Lisboa fue.
Lisboa, 09/04/09
Lisboa fue.
Lisboa, 09/04/09
