Un poco decepcionado ayer con los papeles. Desde que viera el vídeo de Guillermo Altares anunciando el especial en “Babelia” de Chaves Nogales, los restos de la semana fueron espera del sábado. Como antaño. Una crónica descriptiva de Jesús Ruiz Mantilla y un faldón justamente vindicativo de Andrés Trapiello abrían y cerraban el publicitado especial. Fotos a toda sábana, eso sí. Grandes y bonitas. Como explica Trapiello, en las páginas del prólogo de A sangre y fuego de Chaves Nogales está condensada toda la tragedia de la guerra civil. Nadie la contó tan bien. Tan bien contada está a mi juicio que los relatos que integran el libro no alcanzan la asqueada lucidez de esas páginas. Porque nadie, tal vez sólo aquel Baroja escupiendo a la batalla lejana desde una frontera imposible, ha expresado tan bien la desesperación y soledad del que abomina de los (h)unos y los otros.
Y el mazazo a los apologistas de la memoria histórica oficial, que puede entenderse también como glosa escueta del paseo por la Rusia revolucionaria de Juan Martínez que estaba allí:
“Vi entonces convertirse en comunistas fervorosos a muchos reaccionarios y en anarquistas terribles a muchos burgueses acomodados. La guerra y el miedo lo justifican todo”.
Y el mazazo a los apologistas de la memoria histórica oficial, que puede entenderse también como glosa escueta del paseo por la Rusia revolucionaria de Juan Martínez que estaba allí:
“Vi entonces convertirse en comunistas fervorosos a muchos reaccionarios y en anarquistas terribles a muchos burgueses acomodados. La guerra y el miedo lo justifican todo”.
No obstante, la edición digital de “El País” reproduce el primer capítulo de la biografía que Chaves escribió del torero Belmonte. La reedita Libros del Asteroide. Al periodista no le interesaban gran cosa los toros. Así que a los que nos aburren las muertes soleadas de animales sin lugar a dudas disfrutaremos del libro.
