Los motivos no importan demasiado, y estoy convencido de que en la mayoría de casos se deben a circunstancias opacas y triviales. El tedio, la vanidad, timidez o miedo. Sin embargo hay una preocupación máxima que me fascina encontrar en escritores. La necesidad de no dejar indiferente. No se puede gustar a todo el mundo, casi diría que es preferible ni siquiera intentarlo. Pero la indiferencia…