Extrarradiografías

      
Sólo conozco el mundo cuando escribo.       
Joseph Roth       

Los jóvenes están bien pagados

11 de diciembre de 2008

"Los escritores, como casta, tienden a ser personas bastante pendencieras y no especialmente agradables: poseen la egolatría de los actores sin su belleza ni su encanto. Por muy bien que se les pague, jamás pensarán que se les paga bastante"

El diez por ciento de tu vida, Raymond Chandler


Sigo con fidelidad lectora las columnas de Enric González en “El País”. Aunque atrás queden aquellos tiempos en que uno se levantaba de la cama con la ilusión de leer las firmas del día en los papeles. Había días mejores y otros regulares, pero todas las mañanas me asomaba al quiosco con un no sé qué temblequeante. Atrás quedan. Pero decía de Enric González y su columna de hoy: Guiones. Como sin querer pero dando, González señala la poca pasta que cobran los guionistas de ficciones. Escoge el caso de Sergio Sánchez, que embolsó 30.000 euros por el guión (ingenioso, dicho sea) de la peli El Orfanato. Yo no sé a cuánto está la barra de pan, sin embargo me parece una cifra mínimamente digna. Teniendo en cuenta, sobre todo, que Sánchez es un guionista joven. Y a los jóvenes (si además se dedican a escribir) hay que pagarles poco. Y me explico antes de que me peguen.

La precariedad laboral existe desde que el tajo es tajo. O sea desde que el capitalismo puso las bases de un embrutecimiento moral necesario, que se remonta a los cimientos de la Biblia y que Marx seguro que explicó muy bien aunque a mí se me cayera de las manos. Dicho lo cual, es obvio que los mecanismos de productividad requieren de una jerarquía que se basa fundamentalmente en cuestiones crematísticas. Su poder de vil metal. En el último escalafón está el don nadie párvulo y debe notarse. Cobrando poco y pringando un muy mucho. No hay que olvidar que se beneficia del aprendizaje de un oficio y que aún no pasa pensión a los hijos ni a la ex.

En cualquier caso, la ausencia de parné obliga al guionista a estar en contacto constante con la realidad, un hecho imprescindible para hacer buen cine -una frase sacada para mi moleskine a un musulmán, un mojama, después de catorce horas achicharrando carne de cerdo en un cuchitril de menú en el Raval: “Uno le pierde el miedo a la muerte”-. Fíjense, si no, qué fue de la última generación de jóvenes airados que tomó Hollywood: George Lucas con una enorme e intergaláctica papada, Coppola bebiéndose su propia bodega entera, Scorsese dando la brasa manierista, Cimino transexualizándose, Milius ni se sabe, Spielberg….Bueno, Spielberg siempre fue puro establishment.

En fin, a un joven hay que pagarle mal, hay que manejarlo a gritos, exigirle todo y reconocerle una cuarta parte. Por su propio bien.

Eso sí, absténganse de ahogar su talento con la humillación del decimonónico horario de oficina.

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