Extrarradiografías

      
Sólo conozco el mundo cuando escribo.       
Joseph Roth       

Entrevista con el escritor

21 de diciembre de 2008

*He perdido la cuenta de las veces que Juan Cruz ha entrevistado a Juan Marsé. Y quien dice Marsé, dice todo el santoral de escritores patrios. En el periodismo español se produce un fenómeno extraño y desagradable de propiedad intelectual transferida. Cuando uno padece sus consecuencias la estupefacción es absoluta. Te llama el redactor jefe de una publicación y te dice: “Oye, mira, de aquel artículo que hablamos, olvídate; fulanito de tal (un gacetillero figurón) dice que es un tema suyo y que, por lo tanto, lo escribirá él”. ¡Suyo! Esta propiedad intelectual transferida se basa en el amiguismo, el nepotismo, el feudalismo cultural, la pereza mental, incluso, en algunos casos, si el objeto de atención es cadáver, en la necrofilia. Creen, y lo creen de verdad, los muy jodíos, que algo libre y universal les pertenece a ellos y sólo a ellos. Maridos celosos de una diva.

No sé si es el caso del culto y simpático Juan Cruz. De todas formas, he leído setenta veces siete los marsés de Cruz y mi corazón sangra en otoño. Porque no difieren en nada de los demás marsés rutinarios y al uso. Los leo todos –porque tengo alma de groupie- con la esperanza de un chispazo nuevo, algún requiebro agudo, buscando una sombra oblicua de la espada de este tiempo y aquel país que ponía al entrevistador con el culo pegado a la pared. Mas nada: la historia del taxi, aldabonazos a la Iglesia y la Cope, Stephan Dedalus y la mano a la cartera para el nacionalismo, Aznar todavía, la memoria histórica y por ahí. Es asombroso llegar al punto y final de la entrevista sin apenas haber leído un par de referencias a la literatura, al oficio de escritor en general y su obra en particular, que son los motivos fundamentales por los cuales Marsé debiera salir en los papeles. Pues no. Política y religión. Aun sabiendo que el reino de un novelista no es de este mundo. Digo yo que para tratar los asuntos candentes (¡oh!) ya tenemos por estos lares y lodos la perspicacia infalible de los taxistas y los tertulianos radiofónicos. La crema de la intelectualidá, vamos.

En fin, que para esto mejor hubiera sido desempolvar el cuestionario Proust.

*Siempre con los fronterizos, o sea siempre de parte de nadie. Agradecido.

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