La Alianza pusilánime contada por Antonio Elorza. Y un matiz importantísimo que nunca escucho entre los integrantes de encomiables iniciativas en pro del pleonástico pensamiento crítico: la diferencia existente, ¡oceánica!, entre el antisemitismo y la condena de la política israelí.
Así de raro es uno: el frío atempera el pesimismo y vivifica energías frente al teclado. Cantando bajo la ducha y el mundo esta mañana está pasablemente hecho. Claro que hoy es sábado.
ESTUDIO DE LOS HÁBITOS DE LECTURA
Cuando meter la nariz en un libro
me curaba de casi todo menos de la escuela,
valía la pena destrozarme la vista
y saber que podía hacerme el chulo
y soltarles el clásico gancho de derecha
a unos tipejos asquerosos que me doblaban en tamaño.
Luego, ya con gafas de culo de vaso,
me dedicaba a hacer de malo:
yo, mi capa y mis colmillos
nos lo pasábamos bomba en la oscuridad.
¡A cuántas mujeres aporreé con mi sexo!
Las destrozaba que parecían merengues.
Ahora ya no leo mucho: el tipo
que decepciona a la chica antes
de que llegue el héroe, el cagueta
que se queda al frente de la tienda,
me resultan demasiado familiares. Dale al frasco:
los libros son un montón de mierda.
Philip Larkin (traducción de Damián Alou)