Extrarradiografías

      
Sólo conozco el mundo cuando escribo.       
Joseph Roth       

Las tres chimeneas

18 de octubre de 2008

Finalmente se optará por la consulta popular. La pregunta poco se preocupa de esconder la voluntad del consistorio de que le quiten de la vista las chimeneas. Hay que derribar "les tres xemeneies". Hay que construir “equipamientos”, vivienda social. Bibliotecas. Así, con esa fatiga enumerativa del panfleto electoral. No sé si ustedes alguna vez se han perdido por Sant Andrià del Besós. Poco importa. Las tres chimeneas de marras son las torres eléctricas que se alzan en el encabezamiento de este blog. Son el skyline de toda una vida. Y en cuestiones de vida uno es tremendamente conservador. No podré participar en las votaciones del próximo noviembre por la simple razón de que a los residentes en colonias colindantes con Sant Adrià del Besós no se nos llama a consulta. Incluso la periferia se ha empapado de la mentalidad cantonista.

Sea como fuere, últimamente le he cogido un cariño extraordinario a las tres chimeneas. Y me apenaría enormemente que la erección triple, su fealdad orgullosa, sus negros pulmones alquitranados desaparecieran para dejar paso libre a los bañistas domingueros, a las gambas teutonas y a los equipamientos municipales. O sea, hablando en plata y para entendernos: el alzamiento de bloques de nichos frente al mar, como ya ha ocurrido en buena parte del litoral.

Se me dirá que la rehabilitación y el mantenimiento de las tres chimeneas valen un pico. Sí, claro, como todo mobiliario público. Pero yo me pregunto: ¿no saldría más caro, y saldríamos perdiendo estéticamente, si le encargáramos a Subirachs que nos adornase el paisaje urbano con una de sus esculturas patrióticas?

Así que no me bajaré del burro, sea éste cuatribarrado o no. Salvemos les tres chimeneas de Sant Adrià de Besós. Mantengamos vivo el recuerdo de lo que fuimos. Un pedazo de urbe destinado a organizar la imparable ola de migración interior del pasado siglo y un solar para fábricas con abundante mano de obra barata. Si conservamos como patrimonio las antiguas chimeneas, por qué no podemos hacer otro tanto con la central eléctrica. Al fin y al cabo, se trata de lo mismo: aunque no sepamos a ciencia cierta a dónde vamos, que la ciudad al menos nunca deje de recordarnos de dónde venimos.

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