También sé sonreír ante la falsedad. Aunque no se me da muy bien. A veces me cansa (hasta la desesperación) la hipocresía que pasa por sibilina diplomacia. Pero parece ser que es así. Tampoco me encuentro a gusto entre los fanáticos. Aquellos que reivindican la sinceridad. Sol i de dol. Intento, pues, no traicionarme demasiado.