Lo más emocionante ha sido la hermana de una víctima del s-11 que ofrendaba un ramo de flores en la zona cero tras la noticia de la muerte de Bin Laden. Allí las cámaras y las alcachofas ansiosas de escupitajos: "Ordenó el asesinato de mi hermano, pero como cristiana que soy no me alegro de su muerte". No lo dijo un obispo. Lo dijo una mujer con entereza tranquila, sin sentimentalismo ni aspavientos ni alarde figurón en prime time. Esta es la grandeza de la educación judeocristiana frente a la algarabía futbolística atea.
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Buen artículo de Guillermo Altares, periodista que sabe de cine -recomiendo su ensayo "Esto es un infierno. Los personajes del cine bélico"-, pues pone en evidencia no sólo la virtualidad de la cultura norteamericana (o sea nuestra cultura) sino además su profundo desprecio y desconsideración para con los autóctonos de su querida tierra de la libertad.
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Los conspiranoicos de nuevo. El hombre no llegó a la Luna, fue un montaje de Hollywood. Elvis sigue vivo, pero volvió a su Marte natal. El Madrid pierde por los árbitros, y no por su juego de maporrero de Segunda B y porque delante tiene a un equipo superior. El amortajado Bin Laden bajo las aguas es una treta yanqui para colarnos la mentira de un cadáver inexistente.
Bueno, hemos visto un puñado de películas, entre ellas "The Searchers". Y parece ser que el islam no se lleva bien con el fiambre en la mar.
