Extrarradiografías

      
Sólo conozco el mundo cuando escribo.       
Joseph Roth       

La última pedorreta

13 de noviembre de 2010



Cuando escribo, o sea cuando doy la cara emboscado, pienso en muy pocos. Valoro si estaré a la altura de mis amigos M. y D., de J.J., de mis amores T. y R., de mi maestro, pese a él y a mí mismo, A. y de mi amiga A. Sólo algo más: me gustaría escapar de cualquier taxonomía ideológica. De las modas. De los modernikis de nocilla. De los plumillas intelectualmente flácidos. A Berlanga lo he tenido durante muchos años mirando por encima de mi hombro lo que tecleo. Y susurrándome al oído "soy un anarquista burgués". Y que por muchos años siga escudriñando en mi imaginación.

Berlanguiana (14.02.2009)

Digo yo que a esos señores de la gomina untuosa, las gafas ahumadas y los mostachos excéntricos hacía tiempo que los tenían calados. Hacía tiempo que los solares listos para el ladrillo olían a podredumbre de maletín. Me parece muy bien que el campeador enchirone a los carteristas, pero me viene a la memoria la acertada sentencia de Rajoy: “La política es una cuestión de tiempos”. Y ahora tocaba, ahora sí, marcar la agenda de los medios con caña al PP. No va a ser todo crisis, que, al fin y al cabo, es culpa yanqui. Aprendemos a marchas forzadas y didactismo ninja los entresijos pecuniarios del batacazo y algunos incluso ponen sobre la mesa los despojos de Marx (Carlos). Faltaba, eso sí, metáfora y folclore, y así tenemos la cosa de la cacería. El ministro Bermejo y el juez Garzón dándole al gatillo en Sierra Mágina, a un trecho largo de Cerro Muriano, donde Capa derribaba a milicianos con la Leica. Tradición autóctona es el gusto del poder por disparar a animales. Antes de los osos yonquis del Borbón, las cacerías de Franco. Arcadi Espada aludía ayer a La caza de Saura. Sostengo que toda obra basada únicamente en la metáfora (en este caso política) tiene menos vida comestible que un yogurt. De ahí que considere que este film de Saura es reliquia retórica y sentimentalismo derrotado. Muy distinto es el caso de la otra cacería del cine español: La escopeta nacional de Berlanga (tiempo al tiempo para que Berlanga sea considerado tan grande como Buñuel), que fue además la referencia cinematográfica que utilizó el PP. Hay metáfora, sí, pero la historia bien contada y el vitriolo satírico se sobreponen al lastre ejemplarizante. Y luego está Sazatornil, el inmenso Saza. Tardes enteras y plácidas hemos invertido con el traductor Marc Jiménez Buzzi en descifrar si el bordado perfecto del personaje de Jaime Canivell, porteros electrónicos, se debe al guión de Azcona/Berlanga o es una genialidad (tour-de-force, dicen los cursis) interpretativa del actor. Canivell es el arquetipo esperpéntico del catalán en las Españas.En esta actuación está todo. Pues eso: podríamos apelar a Cimino, pero en el coto ibérico, para carcajearse de las miserias morales, no hay más cacería que La escopeta nacional. Al fin y al cabo, la idea del film nace del perdigonazo que Fraga le disparó en el culo a la hija de Franco. “Carmencita, di algo a los niños alemanes…”. Fue por cierto Franco el mejor crítico de cine que ha tenido Berlanga. Después del visionado de El verdugo no fueron pocos los que consideraron a Berlanga un comunista. En un Consejo de Ministros, el Caudillo, amante de melodramas campanudos y rocosas cintas del Oeste, sentenció ecuánime: “Berlanga no es un comunista; es algo peor, es un mal español": “Conocedor, pues, de la morfología de lo cotidiano, que nunca es sublime, se limita a filmar la vida por sus costados más obesos, y luego hace el montaje de esa filmación procurando que nada quede demasiado artístico ni redicho. Sin duda tiene presente la frase de Buñuel ante cualquier realizador nuevo, estetizante y escaparatista: -Vaya, éste nos ha salido artista”
Francisco Umbral, prólogo de El último austro-húngaro: Conversaciones con Berlanga, Juan Hernández Les y Manuel Hidalgo.
“El arte del disimulo, del camuflaje, es el don con que la naturaleza ha dotado a las especies más débiles para preservar su supervivencia” “Yo soy un gran egoísta, tan egoísta que lucho por la felicidad de los demás sólo para que no me molesten” “Ese deseo que siento por las mujeres y, al mismo tiempo, esa ambigüedad, ese sentirme yo muy femenino, que a mí lo que me gusta es que las mujeres me seduzcan, me cuiden, me mimen. Tengo una gran sensibilidad femenina, por eso yo siempre me defino como un homosexual-lésbico”. “Lo que se llama “humor negro”, denominación anglosajona que a mí me molesta, creo que en definitiva es el humor español, el humor genuinamente nuestro. Nosotros ya hemos inventado esto hace muchísimos años. En mí, más que el humor negro, lo que siempre ha estado latente es la picaresca española. Todo señor que en España escribe, y escribe con una cierta intención de diseccionar a los españoles, o sea, de diseccionarse a sí mismo, tiene que recurrir por fuerza a esto que se ha llamado humor negro. Pero es que España no es nada más que esto. Y desde Quevedo a Buñuel, pasando por Goya y Solana, España se mostrará siempre igual”. “Yo he dicho siempre que esta sociedad es una mierda pero, por desgracia, mi cine y yo navegamos en el barco de esta sociedad. Puede que no sepa dar un golpe de timón a este barco pero, por si acaso, lo que hago es mear siempre en el mismo sitio, a ver si consigo abrir un agujero por el que se termine hundiendo el barco”.
Berlanga. Contra el poder y la gloria, Antonio Gómez Rufo

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