Cachivaches

-A raíz del plan económico alemán de recambiar cachivaches caseros, “El Mundo” revela que 8 millones de aleman@s se lo hacen con vibrador. Falen. Ok. Nada en contra de los fetichistas de las nuevas tecnologías (vibradores, ipod, iphones y por ahí), aunque mantendré, en este y otros aspectos, y hasta nuevo aviso, una tradicional condición y reivindicativa actitud analógicas. Y es que ya lo dijo Safo, creo: “Para hasser bien el amor hay que venir al sur…”

-Ayer estupefacto con “El País”. No sé yo si el admirado Félix de Azúa ha vuelto a la novela. Con el tiempo, los críticos harán bien en indagar en su biografía para conocer los motivos de tan fausta decisión:
“Cuando Carmen B. Palomares descubrió el acta de nacimiento de Diego Velázquez en un archivo de la villa D'O Bonzo y constató con perplejidad que había sido inscrito como Isabel Velázquez, no daba crédito a sus ojos. Una exhaustiva investigación posterior en obispados, hospitales y cárceles portuguesas constató que Velázquez era una chica, que nunca aceptó su identidad sexual, que desde la adolescencia usaba bigote de guías subidas (pegado con resina de pino), que tuvo altercados constantes con el párroco de D'O Bonzo hasta que éste la puso en manos del guardia municipal. Su huida de la ergástula, su aparición en Sevilla ya muy maquillado (aunque nunca pudo disimular las caderas, harto abultadas incluso para un pintor), su vida posterior con matrimonio de provecho incluido, todo hasta el célebre episodio en que el rey le pinta la cruz en la solapilla (una evidente deconstrucción del bigote), son cosas que sólo se han sabido en los últimos 50 años. Desde entonces la obra de Velázquez y sobre todo la célebre Venus del espejo, en el cual se refleja el rostro sin afeites del pintor, han sufrido un verdadero cataclismo.”

-Uno de esos días en que el sol de Barcelona pide calle.