Extrarradiografías

      
Sólo conozco el mundo cuando escribo.       
Joseph Roth       

God Save The Queen

8 de diciembre de 2008





A la Condesa de Toloño


Me fui a la cama con lo boletines informativos del domingo. Más eficaces que un somnífero. Después de un teutón pálido, como una sábana sin cópula, llorando impotente por la estética bella y eficaz de mi equipo (¡Barça!), el sindicalista de ERC Joan Tardá contaba que su grito de muerte al jefe de Estado se debía a un ramalazo histórico. En 1714 se gritaba a favor de la República. Ya ven cómo anda la manipulación de las babas históricas por estos lares. Como viene siendo norma en este país desde hace varios lustros, Arcadi Espada pone orden y juicio en columna a una realidad que daría risa si no invocara a la pena más patética. Tengo escrito que a Joan Tardá lo vimos pasearse por la carrera de San Jerónimo más despistado que un pingüino en un garaje. Y es que los de extrarradio se empeñan en fosilizarse en sus complejos de inferioridad y viseras de burro. De ahí que yo me quitara y volara sin ventilador tra-ca-tá.


Bastantes de los que nacimos con Franco difunto respetamos el orden constitucional establecido. Una de las más frescas y primerizas imágenes que guardo de la infancia (no sabría decir si salida del horno o repetida en Informe Semanal) fue la de un militar partiéndose la cara por la democracia frente a unos cafres con tricornio en el Congreso de los Diputados. La heroica e irreductible estampa del general Gutiérrez Mellado me acompaña siempre, porque me estremeció hasta la admiración (dos cojones) y me hizo ciudadano orgulloso de España. Y eso que el ministro Mayor Oreja, unos cuantos años después, me escribió una carta reconociendo que el estado no me quería ni para objetor. Ellos se empeñan en hacerme ácrata e irreductiblemente catalán sin patria. Se lo agradezco de todo corazón.


Me fui a la cama tras revisar la poliédrica e inmesa The Queen de Stephen Frears. Una muestra más de que el arte (en este caso concreto el cine) explica la historia desde el pedazo de vida destripado. El análisis de la microhistoria. Más allá de la fascinación por un carácter forjado en la disciplina y la profesionalidad, queden las palabras de una mujer increíble a un advenedizo obsesionado con el populismo de las encuestas y el tuteo irrespetuoso:


-“Fui educada en la discreción y la dignidad, dos valores por los cuales el mundo entero ha admirado al pueblo inglés”.


En ese momento el primer ministro Blair ni lo olió. Ni lo puede entender el pobre sindicalista Tardà, perdido en medio de un Madrid que le supera. Pero, tal vez, tampoco lo entienda un Borbón, consumida la paciencia ante un bananero estulto.

Algo que un aristócrata de espíritu no se puede permitir. Por profesionalidad y responsablidad histórica. Pero, claro, España y yo somos así, señora...


God Save The Queen.


"Inglaterra no es la isla enjoyada del muy citado pasaje de Shakespeare, ni el infierno pintado por el Dr. Goebbles. Más que a cualquiera de los dos se parece a una familia, a una familia victoriana más bien cerrada, con pocas ovejas negras, pero con todos los armarios a reventar de esqueletos. Tiene parientes pobres a los que se maltrata horriblemente, y hay una profunda conspiración del silencio sobre la fuente de los ingresos familiares. Es una familia donde los jóvenes están generalmente frustrados y la mayor parte del poder está en manos de tíos irresponsables y de las tías encamadas. Aún así, es una familia. Tiene su lenguaje privado y sus memorias comunes, y al aproximarse el enemigo cierra filas. Una familia bajo el control de los miembros equivocados -eso es acaso lo más cerca que se puede uno aproximarse a describir Inglaterra en una frase-"


GEORGE ORWELL, El león y el unicornio: el socialismo y el genio inglés

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