Si fuera rico viviría siempre
en hoteles. Ninguna propiedad.
Quede para arribistas pretenciosos,
tiburones desalmados
y arraigo de raíz hipotecada.
Desparramar la prensa sobre el catre,
Descorrer las cortinas y observar
otra ciudad transpuesta.
Descifrarla a lo lejos.
De amanecida.
Deshacer la maleta,
como un hogar portátil.
Asocio los hoteles
al jazz de John Coltrane y una oración
de Larkin: “Home is so sad”.
Me gustan los hoteles caros.
Nevera surtida y tele por cable.
Servicio de habitación
con liguero y perfume dulce.
Sólo las alfombras saben que huyo.